Señor Director:
En el comienzo de un fin de semana largo, para muchos compatriotas se produjo un complejo impasse con viajeros aéreos, dado que LAN tuvo que cancelar todos sus vuelos programados desde y hacia todos los aeropuertos de Argentina, así como toda la operación doméstica de LAN Argentina, debido a la decisión unilateral de la monopólica empresa estatal de operaciones terrestres argentina Intercargo de suspender el servicio que brinda a la compañía.
Lo preocupante, pero no sorpresivo, es que LAN Argentina cuenta con un contrato totalmente vigente con Intercargo para la provisión de los servicios hasta marzo del 2014, contrato que la estatal se niega a cumplir a pesar de una orden judicial que le exige prestar los servicios. Al final, LAN tuvo que ceder a las ilegales peticiones de la estatal argentina para poder reanudar sus operaciones.
Este caso ilustra nuevamente la decadencia, poca seriedad y escaso cumplimiento de los contratos y de la legalidad que, lamentablemente, se han transformado en el estándar por parte del Estado argentino y sus entidades al relacionarse con el sector privado.
Y pese a lo desastroso que ha resultado todo lo anterior para los habitantes trasandinos, en el último tiempo hemos escuchado muchas propuestas de parte importante de candidatos del ala izquierda a la Presidencia, así como de los movimientos sociales que buscan cambiar radicalmente el "modelo chileno", pese a los evidentes logros económicos y sociales que su aplicación ha generado en las últimas décadas.
Esto se ha traducido en un mix de creativas medidas relacionadas con agresivas alzas tributarias; estatización de sectores, con AFPs estatales y minimización de las isapres; gratuidad a todo nivel en educación; fijación de precios y, en general, de un aumento del tamaño del aparato estatal en detrimento de la iniciativa y la libertad privadas. En definitiva, lo anterior no parece otra cosa que una "argentinización" del modelo chileno, que estoy convencido de que no es precisamente el camino correcto para lograr y mantener el tan ansiado desarrollo que nuestro país está tan cerca de lograr y de, por cierto, merecer.
Roberto Darrigrandi U.
Economista