¿Quién lo iba a creer? El escenario político electoral se ha modificado. La UDI, con una impericia inexplicable, levantó un candidato hace meses sin vislumbrar sus intereses en las Islas Vírgenes y un procedimiento judicial que se inició hace varios años. Resultado: el candidato es políticamente "fusilado", y lo que escuchamos durante meses -por parte de este partido- que Golborne era más competitivo que Allamand porque traspasaba las fronteras de la derecha hacia la ciudadanía y por su naturaleza independiente, se desmoronó en horas. En su reemplazo es colocado el ADN de la UDI, Longueira, para defender la fortaleza sitiada. Así los dos candidatos comparten su posición en el sector más "puro y duro" de la derecha.
Los ciudadanos oficialistas, en consecuencia, tendrán que optar entre dos "halcones". Gran triunfo de Andrés Allamand, que con su "empujoncito" logró desbancar a Golborne, que le ganaba en las primarias, cuyo resultado hoy es incierto; y en donde se enfrentarán -por las características mencionadas de los postulantes- dos maquinarias partidarias, la de RN y la UDI, sin mayor ciudadanía.
Pero la sorpresa es mayor en el escenario político. Como oposición -en general- fracasamos en llegar a un acuerdo de todos los partidos integrantes del pacto, para llevar a cabo primarias en varios distritos y circunscripciones. Una bofetada para la ciudadanía. Además nuestro error se acrecienta, ya que producto de no llegar al acuerdo, una fuerza nueva y emergente como Revolución Democrática, y su líder Giorgio Jackson, en los hechos, queda fuera del Parlamento al competir "por fuera", y en el marco de la camisa de fuerza del binominal. Segunda bofetada para la ciudadanía opositora. Y si lo anterior fuera poco, los partidos que apoyamos a Michelle Bachelet en las primarias no cumplimos el mandato que nos entregó, al no lograr el acuerdo que implicaba ir construyendo una nueva mayoría política y social. Para Bachelet la construcción de esta mayoría es imprescindible, dado que sus compromisos programáticos con la ciudadanía implican el respaldo de una fuerza parlamentaria que supera con creces la mayoría absoluta para lograr las transformaciones que la mayoría demanda.
Pero, además, el candidato Andrés Velasco ha comunicado su disposición de seguir hasta la primera vuelta, argumentando lo que él denomina la "traición" de la oposición provocada por el desacuerdo mencionado anteriormente. Curiosa evolución de este candidato. Primero dijo que concursaba sólo si Bachelet no volvía; después sostuvo que "voy aunque vuelva"; posteriormente, emplazó a tener primarias, y hoy cuestiona su participación en ellas. Mi impresión es que ese no es el argumento esencial, sino que este candidato al ver el cambio producido en la derecha, es decir "los halcones" defendiendo su fortaleza sitiada, ve un camino propio al llegar a primera vuelta convocando a un electorado de derecha descontento con la presencia de los dos "halcones".
Frente a este diagnóstico y cuadro, la oposición en general -y particularmente los partidos que apoyamos en las primarias a Michelle Bachelet debemos reconocer y asumir el error cometido y rectificar frente a la ciudadanía nuestra conducta. Lo anterior implica construir un acuerdo parlamentario que exprese esa nueva mayoría política y social lo más pronto posible y no esperando la noche del 17 de agosto, en que vence el plazo para la inscripción de las candidaturas ante el Servicio Electoral; y en lo inmediato, como una señal fuerte de respeto a la ciudadanía, concederle a Giorgio Jackson, como líder de la Revolución Democrática, el espacio para competir por el distrito Santiago Centro, dentro del pacto y no fuera de él, única garantía de su elegibilidad y de su presencia importantísima en el Parlamento. Los errores se pagan.