Pocas veces una semana había sido tan noticiosa en materia política. Y pocas veces se habían explicitado tantas lecciones. Si bien la lista es larga, al menos seis son suficientemente claras:
El fracaso de "las aventuras"
La candidatura de Laurence Golborne nunca debió existir. Respondió al clásico afán de parte de la derecha de embarcarse en una aventura con un candidato "distinto" y con un discurso apolítico. Trasciende siempre detrás de ello la falta de convicción en la política misma y en las ideas propias, por lo que se busca empaquetarlas de una forma distinta. Golborne en eso no era muy distinto a Büchi ni a Lavín (que pese a ser UDI siempre fue outsider ). Y pese a que puede terminar siendo un buen político, todavía no tenía los pergaminos para ser candidato presidencial.
En política hay que saber esperar
Pablo Longueira siempre ha anunciado que es su último año. Que ya está cansado. Que se irá a vivir al campo. Que se irá al sur. Al asumir la candidatura no fue menos: dijo que aceptaba cargar la cruz haciendo "el mayor sacrificio personal de su vida". Pero la verdad es otra. Longueira cuando decidió restarse de la carrera presidencial, en noviembre, lo hizo para quedar "al aguaite". Un político con tanto oficio sabía que lo de Golborne podía no cuajar. Y no cuajó. El escenario actual, por cierto, es mejor para Longueira: le da a su candidatura un carácter épico que no habría tenido si la hubiera aceptado el año pasado.
La vuelta a las raíces: Los padres fundadores
Frente a la posibilidad de una derrota ante Bachelet, la Alianza se atrinchera con dos perros bravos. Probablemente, los dos políticos que mejor representan al sector.
Longueira, quien fue furibundo pinochetista y uno de los artífices de la UDI popular. Pragmático, como era Jaime Guzmán, demostró en dos ocasiones sentido de Estado al "salvar" a la DC y a Lagos. Pero su alto nivel de rechazo en las encuestas hace que las posibilidades de ser Presidente sean muy bajas.
Allamand, quien lideró el ala moderada de la Alianza, es quien mejor puede representar la moderación y la continuidad. Con Golborne pegó demasiado fuerte y-en jerga de combate naval- en vez de dejarlo "tocado", lo hundió. Ahora, enfrentarse a Longueira y su maquinaria será más difícil de lo que habría sido hacerlo con Golborne debilitado. Pero pasó lo que pasó.
La orfandad del centro
La candidatura de Velasco, como lo muestran las encuestas, no ha sido exitosa. Al menos hasta ahora. Pese a que ha hecho propuestas interesantes defendiendo principios liberales y de centro, su estrategia ha sido errática: Dijo que solo sería candidato si Bachelet no venía, luego dijo "voy aunque venga". Después se dedicó a fustigar a la propia coalición que quería representar. Y esta semana anunció que trataría de competir por fuera.
No cabe duda de que Velasco -más allá del portazo que le dio el Servel- quiso poner sus últimas fichas en la orfandad del centro que supondría una contienda Bachelet-Longueira. Por cierto, ese escenario sería distinto si el candidato termina siendo Allamand, especialmente si es el Allamand 1.0.
La Concertación se reparte el país
El fracaso de la ley de primarias ya es un dato. Concebido como un parche al sistema binominal -que ya está maleado- buscaba que la voluntad popular volviera a aflorar. Las disculpas por la no realización de primarias en la oposición no son más que eso: disculpas. En el fondo están todos felices y cómodos, ya que permite seguir jugando al ajedrez electoral cómodamente sentados, designando candidatos ya ganadores en las distintas zonas del país. Eso explica por qué, en el fondo, el sistema electoral actual nadie de verdad lo quiera cambiar.
La "líder del PS y PPD"
¿Ex Presidenta de Chile? ¿Ex directora de ONU Mujer? No, simplemente "la líder del PS-PPD". Así lo señaló ella misma cuando se le preguntó por el fracaso de las primarias de la oposición.
Pese a sus atributos, siempre se ha cuestionado el liderazgo de Bachelet. Y hoy estamos viviendo una exacerbación de ello. Es cierto que tomar posturas le implica ganarse conflictos, pero ¿hasta cuándo será sostenible esta estrategia electoral? Y, lo que es peor, deja una pregunta que es mucho más de fondo: ¿cómo actuaría en caso de ser nuevamente Presidenta con la "nueva Concertación"?