Una encuesta realizada por la Universidad Alberto Hurtado sobre la educación en Chile revela que la indisciplina y el poco respeto mutuo constituyen uno de los problemas que afectan la convivencia y el trabajo en las escuelas del país. Nadie parece escapar a estos males de nuestro tiempo: los malos resultados de este sondeo alcanzan tanto a las escuelas municipales como a las particulares subvencionadas y los colegios particulares. Los expertos debaten sus causas, que podrían ir desde el excesivo aglutinamiento de estudiantes en las salas de clases hasta, simplemente, las costumbres de tolerancia hacia actitudes reñidas con la buena conducta que se vienen observando de modo creciente en Chile hace algunos años.
Cualquiera sea la causa, educarse en un aula donde imperan la violencia, la falta de respeto y la ley del más fuerte evidentemente daña el rendimiento escolar de niños y jóvenes. Como lo advierte una académica de la U. de Santiago, Ana María Fernández, no es necesario ser víctima de la violencia para que un niño se desmotive y experimente un retroceso: basta ser testigo de un hecho de violencia en el aula para sufrir sus consecuencias. En momentos de tanta preocupación por la educación, la persistencia de esta tendencia es sin duda inquietante.
Quienes viajan a países extranjeros suelen hacer la comparación sobre la cortesía de la gente en las calles y en otros lugares públicos, en desventajosa comparación con nuestro país. Lo que se observa en los colegios no parece ser exclusivo de los jóvenes, sino que refleja una sociedad en que tales valores parecen no tener el reconocimiento de su importancia. La cortesía en las calles, el tránsito, los encuentros casuales en los mercados, suelen ser una muestra de la falta de civilidad, y no solo en la capital, sino en muchas de las ciudades de regiones.
De ahí a la violencia hay todavía un gran paso, pero eso es, alarmantemente, lo que se está observando entre los más jóvenes. Los profesores temen que la actitud violenta de los alumnos pueda alcanzarlos, y de hecho se han registrado casos aislados de violencia contra los maestros, incluso de padres de familia. Hasta hace pocos años, en todo el mundo se permitía que padres y profesores "corrigieran" a los jóvenes mediante el uso de la fuerza. Tirones de oreja, palmadas y otras manifestaciones de superioridad física campeaban en los colegios. Afortunadamente, es una etapa superada en todo el mundo, pero si en otros lugares esto llevó a una mayor cortesía y respeto por todos, en Chile no parece estar sucediendo lo mismo. La incorporación de ciertas virtudes cívicas en los programas de estudio que comienzan a aplicarse este año podría contribuir a valorar la buena conducta, el trato respetuoso y cierto grado de cortesía entre los ciudadanos.