La época es Estados Unidos en el 2008, antes de la elección presidencial que ganó Barack Obama y en los albores de una crisis financiera que descubrió lo precario y peligroso del sistema.
"Mátalos suavemente" transcurre en ese período y se mueve por la periferia y el bajo mundo, porque sus personajes son mafiosos, asesinos a sueldo y un grupo de ladrones que planean robar el dinero de una mesa de póquer clandestino.
En la radio, publicidad y televisión, aparecen los rostros de los candidatos o del Presidente George W. Bush, con esos discursos políticos y voluntariosos que hablan de nación y comunidad.
Ideales colectivos que están en el limbo, porque en la realidad hay negocios sucios y un país de rateros y gente de poca monta, donde todos se engañan y roban, o al menos lo intentan, desde un botín de 40 mil dólares a la modesta propina de un bar.
Una sociedad donde la única ley es la del gallinero y la película está impregnada por hampones que viven de la suciedad que cae del cielo.
Frankie (Scoot McNairy) y Russell (Ben Mendelsohn) apenas se despegan del suelo, porque son delincuentes reventados y sucios que aceptan lo que venga y lo que ahora se les presenta no parece malo: asaltar una mesa de póquer y huir con el dinero y las apuestas de ladrones y hampones.
El director Andrew Dominick construye la historia sobre una situación que se repite, una y otra vez: dos personajes que conversan.
En "Mátalos suavemente" existen escenas de violencia y alguna está filmada en cámara lenta, y también planos de conjunto con varios personajes en cámara, pero el rasgo dominante son esos enfrentamientos verbales que son tenues o frontales, pero siempre con dos hombres que se miran a las caras y se retuercen con planes, teorías, confesiones, proyectos, acuerdos y tantas promesas.
Alguna vez son Frankie y Russell, unos pobres diablos que envueltos en el humo de la droga, sueñan con lo que nunca van a lograr.
En otras ocasiones es Jackie (Brad Pitt), asesino a sueldo, y un emisario de la mafia (Richard Jenkins), que en los asientos delanteros de un auto, negocia lentamente las muertes, los precios y los ajustes de cuentas.
O bien es Jackie con su colega Mickey (James Gandolfini), en un hotel o en un restaurante, para que el hombre se queje del matrimonio, de las quiebras o de la vida que eligió.
En esa mirada sobre el hampa, tan verbal, cínica y siempre violenta, se pueden encontrar referencias al cine de Quentin Tarantino.
En la película anterior de Andrew Dominik, "El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford" (2007), la fuente de inspiración fue Terrence Malick, con esa atmósfera de leyenda pastoral melancólica.
Andrew Dominik es un buen director, pero aún está en el proceso de limpiar influencias, botar parecidos y construir, por fin, un mundo propio y personal.
En "Mátalos suavemente" se siente ese lastre: el peso de lo ajeno.
"Killing them softly". Estados Unidos, 2012. Director: Andrew Dominik. Con: Brad Pitt, Scoot McNairy, Ben Mendelsohn. 97 minutos. 14 años.