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Editorial
Lunes 25 de marzo de 2013
¿Qué hacer contra la congestión?
En el largo plazo, la solución es el reemplazo del transporte privado por el público. Será necesario convencer a los usuarios de automóviles particulares de que se cambien a otros medios (incluyendo bicicletas)...
Santiaguinos y habitantes de ciudades de otras regiones han advertido un fuerte aumento en la congestión vehicular tras el inicio de clases en colegios y universidades. El auge económico conlleva el crecimiento acelerado del parque automotor, y las vías ya no son suficientes para acomodar el flujo a las horas de punta. Los tiempos de viaje y la incertidumbre de su duración han aumentado por la reducción de la velocidad de circulación que produce no solamente la congestión, pues cualquier impedimento en la vía -un vehículo detenido, reparaciones viales- tiene efectos que se extienden desde ese punto y pueden afectar a usuarios en otras vías.
Poco se puede hacer en el corto plazo para mejorar la situación, aunque existen medidas paliativas -que también serán rebasadas por los aumentos futuros del parque vehicular-: mejor escalonamiento de las horas de entrada a colegios y trabajos; lograr que los despachos de mercadería -a menudo realizados por camiones que obstruyen la calzada- ocurran solo en horas fuera de punta, preferentemente de noche; que las reparaciones que interrumpen las calzadas sean rápidas y en fechas u horarios que minimicen los efectos sobre la congestión. Por ejemplo, son injustificables casos como el de reparaciones menores que bloquearon una de las dos pistas de Príncipe de Gales, justo frente a un colegio (una vía principal), durante las tres primeras semanas de marzo.
En el largo plazo, la solución es el reemplazo del transporte privado por el público. Será necesario convencer a los usuarios de automóviles particulares de que se cambien a otros medios (incluyendo bicicletas). Eso requiere elevar el costo de usar automóviles y, al mismo tiempo, mejorar la calidad del transporte público.
Se puede disuadir el uso de automóviles mediante impuestos a los combustibles (pero eso afecta también a quienes no causan congestión y al transporte interurbano) u otras variadas modalidades que tienen costos de popularidad o significan soluciones injustas.
Y para mejorar el transporte público, lo esencial es elevar la velocidad de desplazamiento y la regularidad de los recorridos, algo imposible de realizar en el corto plazo. Esto exige extender el Metro, ampliar la red de corredores exclusivos y, en algunos casos, desarrollar trenes livianos, como el que planea Las Condes. Además, el solo hecho de estar detenido en una vía congestionada mientras un bus avanza raudo por su vía exclusiva es un disuasivo al uso del automóvil. Medidas tales como disponer de estacionamientos para bicicletas en todas las estaciones de Metro podrían agregar usuarios al transporte público y ampliarían el radio de influencia del Metro.
Existen, pues, medidas paliativas. Algunas se pueden implementar rápido para mejorar la situación -el resguardo de bicicletas en estaciones del Metro-, y otras requerirán inversiones importantes y tiempo.