El Gobierno se propone adelantar el reajuste del salario mínimo y elevarlo a 205 mil pesos mensuales, esto es, dar 6,2% de aumento. En vista de la expansión de la economía, el empleo y la productividad, ello es realista. Pero ya muchos lo consideran insuficiente.
Se dice que es un imperativo ético que a todo quien trabaje a tiempo completo le alcance con lo que gana para mantener a su hogar sobre la línea de pobreza. De dicho criterio surgieron los 250 mil pesos comúnmente mencionados, calculados para una familia de tamaño promedio. Pero el cálculo es erróneo en dos sentidos: primero, porque en el mundo actual cabe esperar que padre y madre aporten al sustento de la familia; y, segundo, porque 90% de los trabajadores con contrato de duración indefinida, que son más de dos tercios de los asalariados, reciben además una gratificación legal equivalente al 25% del sueldo (con un tope), a la que en muchos casos se agregan bonos de colación y movilización. Para ellos el ingreso mínimo legal quedaría en verdad sobre los 256 mil pesos.
Todos querríamos que todos los salarios fuesen mejores. A medida que la economía crece, es realista esperar alzas sustanciales en su valor real. Pero forzar por ley un incremento mayor del salario mínimo corre el riesgo de cerrar oportunidades de trabajo a los trabajadores que por su juventud, educación defectuosa o excesiva edad son menos productivos. Las estadísticas revelan que es en estos grupos donde el salario mínimo es más frecuente. Son también quienes hoy participan menos en el mercado laboral. La falta de empleo es la principal causa de la pobreza: tienen ocupación solo tres de cada diez chilenos en edad de trabajar, pertenecientes al quintil de ingresos más bajos. Un alza excesiva del salario mínimo, por favorecer a los más afortunados de entre los pobres, termina perjudicando a los que no lo tienen.
Casi 70% de los receptores del salario mínimo es empleado en micro, pequeñas y medianas empresas. En muchas de ellas un tercio o más de sus trabajadores están en esa condición. No es serio promover fuertes reajustes de salarios mínimos sin atender la situación de las pymes. A la considerable carga regulatoria e impositiva que las afecta, hay que agregar que el próximo mes deberán afrontar -retroactivamente- el alza de 17 a 20% por todas las rentas del 2012, de acuerdo a la reforma tributaria del año pasado. Junto con perfeccionar programas como el ingreso ético familiar, para superar la pobreza hay que estimular el desarrollo de las pymes, aliviando sus costos e impulsando su productividad.