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Editorial
Jueves 07 de marzo de 2013
Políticas públicas e ideologías
La mirada de centroizquierda, que busca igualar a las personas, no acepta, por ejemplo, en materia de educación la idea de liceos de excelencia, ni que las personas puedan aportar con su propio esfuerzo recursos complementarios a la subvención estatal...
Las políticas públicas buscan impulsar actividades que los privados normalmente no acometerían, sea porque sus beneficios no son fácilmente apropiables o porque requieren una coordinación difícil de producirse entre competidores. En otros casos, procuran beneficiar a grupos de ciudadanos cuya situación es vulnerable por algún motivo, lo que se quiere corregir.
Así descritas, no resulta claro advertir en ellas un carácter ideológico: se trata de objetivos nobles, en que la mayoría concuerda. Además, en las sociedades abiertas y modernas, tanto los gobiernos de centroizquierda como de centroderecha aplican políticas que apelan al mercado para generar riqueza con eficiencia, y al Estado para corregir situaciones indeseables, lo que muchas veces impide distinguir su origen ideológico.
Parte de la discusión en el seno de la centroderecha respecto de si las políticas públicas del gobierno de Sebastián Piñera son afines al ideario de aquella se debe a que muchas veces no es posible hacer esa distinción con claridad. Por ejemplo, durante el gobierno de Bachelet se formó una comisión para llevar adelante una reforma previsional con expertos de distintas sensibilidades políticas que con relativa facilidad concordaron en no modificar la capitalización individual en que se basa el sistema, pero sí reforzar el pilar solidario para ayudar a quienes, por diversas razones, se acogen a retiro con muy bajos montos de jubilación. Expertos de ambos lados del espectro político mostraron tener miradas relativamente similares.
Sin embargo, cuando Bachelet formó una comisión similar para analizar la educación, los consensos fueron muy acotados y las diferencias se mantuvieron en varios de los grandes temas. En otras palabras, hay políticas públicas que tienen una connotación ideológica respecto de las cuales no surge consenso entre ambos sectores.
El ministro de Desarrollo Social, Joaquín Lavín, ha intentado mostrar que muchas de las políticas llevadas a cabo por el gobierno de Piñera responden, efectivamente, al ideario de centroderecha, tales como la flexibilización del Estatuto Docente, la creación de empresas en un día, la multiplicación de liceos de excelencia, el diseño del ingreso ético familiar. Esas medidas se fundan en la idea de que las personas responden a incentivos, toman riesgos y emprenden actividades productivas si se les facilita hacerlo; de que es bueno promover y reconocer los méritos de estudio, y de que se deben recompensar con ingresos adicionales los esfuerzos laborales de los más pobres. Esa concepción de los seres humanos se traduce en la convicción de que la generación de riqueza y el progreso social requieren incentivar la autonomía, la creatividad y el emprendimiento de las personas individuales mediante un sistema de premios y castigos, y de que en el ejercicio libre de esa autonomía, ellas deben disponer de flexibilidad para adaptarse a las cambiantes condiciones del medio. Ese es, en esencia, el ideario de centroderecha.
En cambio, la mirada de centroizquierda, que busca igualar a las personas, no acepta, por ejemplo, en materia de educación la idea de liceos de excelencia, ni que las personas puedan aportar con su propio esfuerzo recursos complementarios a la subvención estatal. Esas diferencias, que provienen de distintas apreciaciones morales sobre la organización del intercambio social, son los factores que les dan una connotación ideológica a las políticas sociales. Mientras más acotadas se mantengan esas diferencias, mejores serán las perspectivas futuras de un país.