En Santiago, ya comenzamos. Los cortes en el suministro de agua potable, los perjuicios y demandas relacionados, han puesto el tema en la agenda. Y va a continuar.
Como las ciudades siguen creciendo, y también el consumo por habitante, la Unesco decidió iniciar un programa para impulsar "la cultura del agua". Oficialmente, comienza el 22 de marzo, ya designado Día Mundial del Agua.
Su uso eficiente es una necesidad en aumento, porque la calidad de vida se identifica con una infraestructura verde asociada a parques y jardines. No se trata de disminuir su área sino, por el contrario, hay que descubrir una estrategia que permita su crecimiento.
No es casual que aquí en Santiago la instalación Catedral de Agua ganara un concurso artístico internacional el 2012, y luego fuera exhibida en el espacio cultural Matucana 100. Es un tema que está muy presente. La ciudadanía quiere más agua, no menos; para ello, debe aprender a administrarla mejor.
En Europa se creó el proyecto Switch para contar con una estrategia científica sustentable, el que inició el seguimiento de su uso en 12 ciudades del mundo, con apoyo del Instituto del Agua Urbana de Unesco. También se creó el proyecto U-21 de sendos establecimientos de educación superior, que incluye a dos miembros de América Latina, el Tecnológico de Monterrey (México) y la Universidad Católica (Chile).
Referentes para la campaña mundial son Egipto e Israel, donde la tradición incluye la educación del agua desde el nivel básico, por lo que sus habitantes, naturalmente, evitan su despilfarro.
El recurso tiene en Chile un referente negativo; a diferencia del sur de Europa, gran parte de África y Asia central, de Australia, China y la India, nuestro país cuenta con ella pero la deja pasar, millones de metros cuadrados por segundo, hacia el océano Pacífico.
El desarrollo económico de Chile conlleva bruscos aumentos de su consumo, pero no incluye una estrategia de embalses y reuso para sustentar su crecimiento. El agua potable, con gran cobertura -casi 100% desde el año pasado- y buena calidad sanitaria desde principios de este siglo, también presenta pérdidas altas por falta de educación. Y las fugas y consumos clandestinos suman mucho: 34%.
Zaragoza es un modelo mundial. Pionera desde 1997, cuando se define como "ciudad ahorradora de agua", ha elaborado estrategias para cambiar hábitos, reemplazar tecnologías, rediseñar áreas verdes e incentivar a las empresas a medir su consumo. El año 2008 fue sede de una cumbre de agua y sostenibilidad, en la que se adelantaron propósitos con miras al periodo que se advierte crítico: 2030-2050. Por lo mismo, el año pasado, cuando ONU-Hábitat organizó un foro urbano en Colombia, para el tema puntual invitó a su entidad gestora, la ZINNAE de Zaragoza.
Según los cálculos de esta, con pocas medidas sencillas es posible que una vivienda disminuya su consumo en 50 metros cúbicos mensuales; como el uso de llaves que calibran la salida, o las que se abren al 70%, a menos que, con un segundo movimiento, uno demande el 100%.
Como el aumento en las tarifas ya moviliza a los empresarios hacia el ahorro, es el habitante domiciliario el que ahora, en este año internacional, se busca reeducar.