Esta película no quiere contar vidas ejemplares.
Ni la del Presidente es una obra inmaculada y tampoco la de su país.
La notable actuación de Daniel Day-Lewis como Abraham Lincoln, muy bien acompañado por la actriz Sally Field en el papel de su esposa Mary Todd Lincoln, están en la primera línea y son la mejor presentación de "Lincoln".
En ese matrimonio y en su racimo de penas y recriminaciones, se cuela un sentimiento de compañía, sentido común y resignación.
Ese sentimiento, pero ahora aplicado a Estados Unidos, es lo que expresan una y otra vez los personajes de "Lincoln" de Steven Spielberg.
El matrimonio del Presidente y su mujer se mantiene unido pese a los desastres y porque cada uno asume lo suyo: el pecado, la culpa o la muerte del hijo.
Igual avanzan y siguen juntos, con una inercia de conformidad y tolerancia, como si la mejor fórmula para aceptar la impureza de las instituciones -desde el matrimonio a la democracia- fuera una lúcida resignación.
No hay nada mejor y sin duda no es perfecto y a veces es turbio, pero no existe nada mejor que esas instituciones: familia y política o matrimonio y democracia.
El primer ejemplo lo dan Abraham y Mary Todd, que quizás no son exactamente el uno para el otro, pero son lo que son: el matrimonio Lincoln.
En el Congreso de Washington se mueve la democracia.
A la hora de las votaciones existen arreglos, compras de sufragios y amenazas claras o veladas. Los parlamentarios son hombres de principios cambiantes, según el grado de promesas o persuasión. Primero está el descaro de los lobistas, luego la presión de los ministros y al final el propio Lincoln no se ensucia las manos, pero siempre se las unta, para conseguir un voto a favor, o bien para ahuyentar un voto en contra.
La democracia de Estados Unidos, el matrimonio del Presidente o el Congreso de la nación son instituciones roídas por la ambición, teñidas por la debilidad y cubiertas de errores.
En esto consiste la fortaleza de "Lincoln", que en vez del cuento cívico falso y ejemplar, intenta rozar, en el nacimiento de una nación, la verdad de la historia y de dos personas.
La actitud física de Abraham Lincoln, cuando arrastra los pies y asume el cansancio del país y las cicatrices de la guerra, son las del político que está por sacrificarse por los demás. Sus anécdotas y cuentos son los de un abogado de leyenda o quizás las de un evangelista, que enseña con salmos y parábolas, como un gran hombre.
Y el personaje más leal y franco no es congresista y ni siquiera tiene derecho a voto, es Mary Todd, su esposa.
Ella está fuera de cuadro y lejos de todo, ningún escribiente le hará justicia y el único sentimiento que la embarga es por Estados Unidos y por la grandeza del Presidente: resignación.
Una gran mujer.
"Lincoln". EE.UU., 2012. Director: Steven Spielberg. Con: Daniel Day-Lewis, Sally Field, David Strathain. 130 mins. T.E.