Se ha hecho corriente que se hable del derecho a la libertad. De este modo se incurre en una generalidad que conlleva un error importante. No es un derecho, sino una característica esencial de las personas. No lo somos si no se nos reconoce como seres libres. De aquí que no es papel del Estado garantizar el ejercicio de este derecho, sino velar para que la integridad de las personas no sea atropellada, la que involucra a la libertad como uno de sus fundamentos.
La plena vivencia de la libertad implica la responsabilidad como rasgo fundamental de nuestras acciones. El Estado sólo debe velar por que esa responsabilidad guíe el actuar de los hombres en sociedad. Una de sus manifestaciones son los cuerpos intermedios, que sólo valen como tales cuando se organizan como proyección de cada partícipe, y que mantienen su vigencia en la medida que expresan un actuar responsable en la consecución de las finalidades perseguidas. En su origen es determinante la creatividad humana.
Las redes sociales son la expresión más reciente de esta tendencia humana a reunirse o a agruparse en torno a determinados fines: ya sea lograr algunas metas tangibles o sólo para comunicarse, para constituir un punto de encuentro virtual.
También las empresas constituyen una expresión de la libertad. Estas se distinguen porque normalmente derivan del impulso creativo de un fundador, el que las organiza y les infunde sus características definidoras o cultura empresarial. Las más numerosas son las que tienen una finalidad de lucro, pues esto se relaciona con la necesidad de subsistencia de los hombres. Pero también las hay de carácter filantrópico, cultural, de salud y tantas otras como variados son los campos en que se desarrolla la actividad humana, incluidos los partidos políticos y los grupos terroristas.
El concepto de la subsidiariedad compromete la responsabilidad en el actuar del Estado: permitir que todos puedan expresarse libre, creativa y responsablemente, sin coartar ni anular estos rasgos esenciales, y velando por que no se atropelle a otros. Este es el campo de las leyes, que delimitan ámbitos y formas de acción para prevenir o sancionar transgresiones que afecten a individuos o grupos. Pero el potencial de poder del Estado es fuertísimo, lo que ya de por sí constituye una amenaza o un disuasivo para la creatividad de los individuos.
Las autoridades deben ser cuidadosas y tener muy claro el carácter esencial de la libertad, que no es un derecho que se da o se quita.