Señor Director:
Me refiero a la
columna de Carlos Peña, en la que, como en otras ocasiones, agrede de forma tal que resulta ineludible exponer una visión distinta. Lo hago recurriendo al único espacio que puedo, como son las Cartas al Director. Me ataca como ministro, pero me defiendo desde la tribuna del ciudadano, menos vistosa que la del columnista. Esa asimetría entre la posición de uno y otro debiera obligarlo a ser comedido en sus expresiones, riguroso en su análisis y objetivo en sus conclusiones.
La idea que rebato es la de un ministro del Interior, como él llama, inexistente. Estoy en condiciones de demostrar que esa inexistencia sólo existe en la imaginación del que no quiere ver la realidad. Haré un apretado repaso y pido excusas por el uso de la tercera persona, pero me parece más digno.
El ministro inexistente dirigió el Comité de Emergencia post 27-F, aseguró abastecimiento a damnificados, empujó el restablecimiento de servicios básicos y cumplió, con la ayuda de muchos, con la meta de 40 mil viviendas de emergencia. En su período se aprobó el nuevo Ministerio del Interior y Seguridad Pública, se implementó la Subsecretaría de Prevención del Delito, el Senda y la primera Estrategia Combinada de Alcohol y Drogas. Se amplió la planta de Carabineros en 10 mil y la de la PDI en mil. Se absorbió el trabajo de las antiguas subsecretarías de Carabineros y de PDI. Se implementó el Fondo Nacional de Seguridad Ciudadana. Enfrentó una difícil crisis por la huelga de hambre de comuneros mapuches, y consiguió modificaciones a la ley antiterrorista que eliminaron aspectos contrarios al derecho penal democrático. Promovió la ley de tolerancia cero al alcohol y diseñó el programa Calles sin Alcohol, que han significado menos muertes y accidentes.
Asumió una abierta campaña antidelincuencia, obteniendo las dos mejores encuestas Enusc en su período. Recientemente se conoció una baja inédita de 14,6 por ciento de los delitos que se denuncian. Probablemente la Enusc 2012 estará entre las tres mejores conocidas. Reemprendió una campaña contra la violencia en los estadios, enfrentó las barras bravas, estableció un nuevo trato con las dirigencias de clubes, y aprobó una nueva normativa. Basado en Tolerancia Cero-NY, implementó el STAD en más de 300 comisarías, convirtiéndonos en uno de los pocos países que cuenta con esta herramienta. Siguiendo un modelo de Londres, implementó una nueva política de seguridad en el Transporte Público, uno de los lugares en que los chilenos expresan sentir mayor temor. Cumpliendo un compromiso presidencial, impulsó el proyecto Fondenor y el Fondo zonas Unesco para el cuidado de Valparaíso, el Parque Rapa Nui, las iglesias de Chiloé y otros. Llegó a un acuerdo con los funcionarios municipales de todo el país para la homologación de sus sueldos con el sector público. Instaló el Registro Público para Condenados por Delitos Sexuales contra Menores, y el Registro Nacional de Prófugos.
Paulatinamente ha ido mejorando la estructura del Sistema de Alerta Temprana y Onemi, con funcionamiento 24/7, simulacros de masiva participación, un proyecto de edificio acorde a los desafíos y el proyecto de ley que crea una Agencia Nacional de Protección Civil. Concretó el relacionamiento de Bomberos con el Gobierno, a través del Ministerio del Interior al igual que restableció nuestra tradición trayendo nuevamente a las policías a su dependencia. Está acondicionando más de 200 nuevas plazas, que con un moderno diseño entregan seguridad y recreación a los vecinos. Lidera la intervención de barrios críticos, basado en el modelo de las favelas, que se ejecuta a través de la Iniciativa La Legua y que servirá para otros barrios similares. Conduce múltiples conflictos sociales y sectoriales, solucionando unos y evitando que se desaten otros. Desde el 2010 ha ido cumpliendo el desafío de entregar pensiones a cerca de tres mil ex trabajadores del carbón que habían quedado sin protección luego de cerrarse su fuente laboral.
El 2011 enfrentó el mayor desafío de orden público, con más de tres mil marchas, que ha tocado a un ministro del Interior desde el regreso a la democracia y lo hizo con permanente preocupación por las garantías ciudadanas, el derecho a expresión y la convivencia en paz. Durante el 2012, que auguraba graves conflictos, abordó las situaciones de Calama y la provincia de Arauco, en que gracias al diálogo político y social del ministro con muchos dirigentes, se evitaron conflictos mayores. Hace poco llegó a un acuerdo con el sector portuario, que anunciaba un paro indefinido y antes había evitado un paro de camioneros en el norte frente a un cobro realizado por autoridades peruanas. Y hay muchos más, porque cada día el país amanece con nuevos desafíos y se duerme con nuevas esperanzas.
El trabajo del ministro, que ha contado con el apoyo de congresistas y otros ministerios, le ha significado un conocimiento de casi un 90% y una aprobación promedio de 57%. Según esas cifras, es obvio que el ministro del Interior sí existe para los chilenos, aunque no para el columnista. Los hechos contrastados con la prosa nos permitirían hablar del "columnista ciego". Sin embargo, considerando que desde que asumió el Presidente Piñera, más de la mitad de sus columnas las ha dedicado a agredir al Presidente, a su gobierno o a sus ministros, sin reconocer virtualmente ningún avance, parece más apropiado hablar del "columnista activista", que finalmente es una mala mímesis del columnista comprometido.
Como es sabido que el columnista poco sabe de no tener la última palabra, es muy probable que responda esta carta. Habrá dúplica del suscrito sólo si la eventual réplica lo merece.
Rodrigo Hinzpeter
Ministro del Interior